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Arquitectos: Martin Hurtado Covarrubias, Sergio Quintana Felice Arquitectos Asociados; Martin Hurtado Covarrubias & Sergio Quintana Felice Arquitectos Asociados
- Área: 27030 m²
- Año: 2009
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Fotografías:Leonardo Finotti
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El Colegio San Francisco Javier es una institución ligada a la Compañía de Jesús, la cual funda este colegio hacia 1850, en el centro de la naciente ciudad de Puerto Montt. Fue de hecho, la primera Iglesia y Parroquia y parte de sus instalaciones son hoy Monumento Nacional. El desarrollo y la densificación del centro, mas el traslado de su habitantes a zonas residenciales ubicadas en nuevos barrios de la periferia de la ciudad, forzaron a la reubicación del colegio. Este nuevo edificio se emplaza en el corazón de Pelluhue alto, nuevo barrio residencial ubicado al oriente de la ciudad.
Tras un concurso privado de anteproyectos, se nos asigna el desarrollo del complejo programa que debía incluir tanto el programa actual del colegio, como nuevos programas que permitieran proyectar un edificio para 150 años más. ¿Cómo proyectar las instalaciones y recintos necesarios para albergar el espacio educativo de un colegio que pretende ser líder y acoger las nuevas formas actuales y futuras de educación?
Lugares, espacios, tecnologías, recintos y programas, muchos de ellos desconocidos hoy debían ser albergados por un cuerpo arquitectónico consistente.
Un problema similar, pensamos, debían haber tenido Los primeros Jesuitas llegados a América, por cuanto sus instalaciones y edificios debian perdurar y resistir el paso del tiempo como testigos de una misión que no dudaba en afirmar ciertos valores en los cuales creía firmemente. Estudiando los patrones de asentamiento de estos edificios, descubrimos una serie de tópicos que se repetían en cada una de sus misiones. Estas obras se enmarcan en lo que se ha llamado el estilo “Barroco Americano”, que es básicamente una “síntesis” entre La cultura greco latina cristiana europea y las culturas indígenas locales americanas.
¿Qué tienen en común las misiones Jesuíticas de la Chiquitanía, Chiloé o El Paraná? Reglas simples y voluntad de orden en un mundo caótico y disperso. El sistema de la fundación de centros religiosos en misiones o reducciones tenía como objetivo evangelizar a estas miles de almas infieles.
Arquitectónicamente, descubrimos ciertos patrones como la utilización de estructuras de ordenamiento espacial de orígenes greco romanos como los edificios en torno de patios cerrados, la utilización de tramas regulares ortogonales que se superponen sobre un suelo americano inhóspito y sin medida, la construcción de un zócalo horizontal como base sólida sobre la cual disponer las construcciones en estrictos ordenes de bloques y patios que miden y construyen interiores protegidos, lenguaje de elementos de la arquitectura clásica, (seguramente influenciados por tratados de arquitectura publicados en la misma época, como el de Jacopo Vignola, base de la iglesia del Gesu en Roma).
El colegio original de 1859 da cuenta de este mismo espíritu, pero en un contexto diferente.
Tras la expulsión de los Jesuitas de América en 1757, llega esta segunda misión evangelizadora a cooperar en el establecimiento de una creciente demanda de los colonos alemanes, llegados a la zona a partir de mediados del siglo XIX necesitados de educación cristiana para sus hijos.
Estos sacerdotes educados también en las técnicas clásicas de la carpintería, levantan una iglesia y un edificio para albergar el naciente colegio con un modelo que sigue varios de los patrones de sus antepasados misioneros.
El Proyecto del nuevo colegio nace con la idea de rescatar estos patrones como son:
La construcción de un Zócalo sobre la sima de la colina, un nuevo suelo que albergara todas las instalaciones del colegio, Sobre el se dispone todo el programa dentro de un gran edificio, un único cuerpo con múltiples partes dispuestas en U para conformar un único y gran patio central interior protegido de viento
La construcción con técnica y materialidad local, sistema modular que permitiese un fácil crecimiento por etapas, carpintería de madera, Un cuerpo arquitectónico unitario con múltiples partes, crujía simple del volumen de salas con un corredor galería cerrado para protegerse del clima y todo en torno de un gran espacio interior como un claustro rodeado por edificios, conformando un patio interior protegido. Tratamiento de ventanas rítmicas en base a una proporción áurea, envolvente continúa exterior para protegerse de la lluvia y el viento, edificio compacto fácil de calefaccionar, austeridad de recursos formales exteriores y gran riqueza de detalles interiores, etc. Conforman un cuerpo unitario que domina el perfil del futuro barrio residencial de Puerto Montt.